Un buen propósito para el 2025 es evitar postergar decisiones financieras, ya que la procrastinación es un enemigo silencioso para tu patrimonio. Dejar todo para después impacta hoy y a futuro, creando problemas económicos. Desde cubrir deudas hasta la planificación del retiro, la inacción deriva en costos ocultos y estrés considerable.
Según un estudio de la Asociación Americana de Psicología, el 72% de los adultos experimenta estrés relacionado con las finanzas, lo cual desencadena desequilibrios físicos y emocionales. La procrastinación le pega al bolsillo y a la calidad de vida.
Uno de los ejemplos más claros de las consecuencias de aplazar decisiones es el endeudamiento excesivo. Por ejemplo, cuando alguien pospone la liquidación total de su tarjeta y sólo cubre los mínimos, los intereses se acumulan con rapidez, aumentando el monto y complicando su manejo.
Adoptar el lema "mañana me preocuparé", fomenta la posibilidad del impago, surgen las penalidades con cargos moratorios y con el señalamiento en el buró de crédito, afectando el historial crediticio. Esto dificulta el acceso a futuros financiamientos y limita oportunidades para adquirir bienes a largo plazo, como un departamento o un vehículo.
Otro efecto común de aplazar decisiones es la falta de atención a la jubilación que tarde o temprano llegará. Posponer la creación de un fondo de retiro suele justificarse pensando que "aún hay tiempo", pero los años pasan rápido y el ahorro constante, aunque sea en pequeñas cantidades, marca una diferencia enorme. Si no tomamos medidas ahora, esa procrastinación resultará en pensiones insuficientes e inestabilidad en la vejez.
Romper este ciclo comienza con una buena educación financiera. Muchas personas no actúan porque desconocen cómo empezar. Fomentar el aprendizaje empodera para tomar decisiones informadas y óptimas. Además, dividir grandes metas en tareas menores y manejables facilita la acción y reduce la sensación de agobio. Por ejemplo, el establecer un plan para saldar deudas permite generar progresos tangibles y aumentar la motivación.
Automatizar pagos y ahorros recurrentes mediante herramientas de instituciones financieras ayuda a cumplir objetivos sin depender de la fuerza de voluntad o la memoria.
Superar el “mañana lo hago” requiere cambios constantes y aunque sea a pasos pequeños, el avance resolutivo conduce a un mayor bienestar.
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