¿Eres desorganizad@ o conoces a alguien que lo es? Tal vez estás reflexiones puedan ser útiles para empezar a dejar de sufrir por la administración del dinero. Por lo regular, las recomendaciones van encaminadas a una serie de actividades que para muchos les parecen aburridas, engorrosas y complicadas.
Bajo la idea de que un 20 por ciento de aspectos impactan al 80 por ciento del resultado, es posible “amarrar” ciertos elementos con el fin de avanzar, sobre todo si lo hacemos con creatividad.
1.- ¿Se te dificulta ahorrar? Usa la estrategia de la camisa de fuerza. Podrías, por ejemplo, adquirir un seguro de vida con un componente alto de inversión y pagarlo anualmente, después de la llegada del aguinaldo o prima vacacional. Con esto, congelaras parte de esa percepción, pero al paso de los años, además de tener cobertura, habrá una cantidad significativa de patrimonio.
Otra opción es contratar un fondo de inversión en donde te soliciten aportaciones mensuales y tengas un recordatorio automático para depositar ese dinero.
2.- Si careces del tiempo para andar revisando cómo van los mercados y tienes un total desinterés en aprender su funcionamiento, lo más cómodo es ingresar a una sociedad de inversión. Una alternativa con bajo riesgo es uno de renta fija con deuda de gobierno.
Si eres temerario, puedes inclinarte por uno de renta variable, indizado a un mercado para ya no escoger acciones específicas.
3.- Si el presupuesto en una hoja de Excel es demasiado para ti, una forma fácil de administrar es con cajones de gasto muy generales, tan amplios como, por ejemplo: alimentos, renta y servicios, diversión y ahorro. Determina lo que dispondrás para cada uno de los rubros elegidos y distribuye en sobres o cuentas bancarias lo montos. Terminándose, no hay más y si te pasas deberás restarle al mes entrante.
Este es un ejercicio de prueba y error, e iras ajustando tus cálculos según avance la experiencia. Siempre incluye el concepto de ahorro, porque eso es lo que te permitirá evitar angustias.
4.- En caso perder con frecuencia el control de las tarjetas de crédito, un buen remedio es olvidarte de ellas y, si acaso, tener una como precaución para imprevistos.
Puedes manejarte con efectivo o a través de una tarjeta de débito, en donde deposites sólo lo que quieres gastar en la quincena o el mes, para no pasarte de lo establecido.
Esto aliviará los problemas agobiantes y tal vez, con el tiempo, te animes a entrar al detalle con el fin de mejorar aún más. Por lo pronto, a echarle creatividad.
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