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Foto del escritorAlberto Tovar

¿Emprendes en el 2020?; adelanta los errores


Una cosa queda clara en el ámbito de los negocios, los márgenes para equivocarse son cada vez menores y pueden costar la supervivencia de la compañía. Hablamos de los casos de éxito, pero olvidamos los miles de proyectos que sucumben en su intento de penetrar al mercado; es por eso importante evitar el fracaso prematuro.

Se ha generado un paradigma sobre la conveniencia de equivocarse rápido; sin embargo, esto puede llevar a la imprudencia. Hace unas semanas se publicó en Wall Street Journal un artículo de Francis Greene. En su investigación encuentra que los emprendedores no aprenden de sus errores y es probable que vuelvan a fallar en una segunda instancia. De hecho, sólo el 50 por ciento de las startups llegan a cumplir cinco años de vida.

Esto podría ser un balde de agua fría para quienes busquen arrancar una compañía en este año, sobre todo porque sabemos que hay un bajo dinamismo económico y eso complica en términos de acceso al capital y, por supuesto, al mercado al cual va dirigido el proyecto. El autor menciona que las condiciones van cambiando y aunque se tengan experiencias pasadas, el aprendizaje no alcanza a aplicar en el momento de emprender de nuevo.

La recomendación es muy creativa, pues se trataría de realizar un análisis “premortem”; es decir, dedicarle tiempo a identificar cuáles serían las razones para fallar con una iniciativa.

Resulta interesante, al coincidir con otro fenómeno en los negocios llamado el “auto engaño de los estrategas”. Es frecuente la euforia entre quienes lanzan una idea con un optimismo desbordado y presuponen la obtención de grandes utilidades; el problema es que esta actitud tiende a provocar una miopía sobre los riesgos.

La pregunta a formular es sencilla: “¿Qué podría salir mal?” y de la infinidad de respuestas se desprenden planes opcionales, coberturas e incluso conducir a una transformación en el mismo modelo de negocio.

Hagamos de “abogado del diablo”, sin la intención de ser destructivos y pesimistas, sino de ser constructivos en cuanto a las soluciones. Significa cortar por un instante la rapidez con la cual se llevan ahora los emprendimientos y arreglar algo que todavía no se ha roto, pero podría ser catastrófico.

Este enfoque puede salvar a la empresa y permitir que dure lo suficiente para que se consolide y se perpetúe.

¿Has tenido fracasos empresariales? ¿Qué aprendiste? Coméntame en Instagram: @atovar.castro

Twitter: @albertotovarc

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