Cada vez es más frecuente vivir en pareja sin establecer el contrato matrimonial; puede ser una razón profunda, como no creer en ese convencionalismo, o también porque se quiere tener un periodo de prueba antes de fijar un compromiso legal. Existe un reto en la relación cotidiana y el dinero será un factor relevante en el proceso.
El próximo año deberá levantarse el censo de población y podremos saber cuántos jóvenes comparten su vida juntos, pero para darnos una idea, en Estados Unidos aproximadamente el 30 por ciento de los millennials son casados y un 15 no lo están; el resto son solteros.
La comunicación juega un papel básico, pues aunque tocar el tema del dinero está lejos de ser romántico, cuando ya se decidió unirse en un misma vivienda, tarde o temprano habrá aspectos por resolver en conjunto. Por eso, es importante abrir el diálogo previo a que haya problemas; si las reglas de convivencia se estipulan antes de necesitarse suele ser fácil seguirlas.
Si se está valorando la relación para consolidarla en una visión de largo plazo, es imprescindible dialogar sobre las metas personales de vida para procurar hacerlas coincidir; en este sentido, el dinero tiene un rol trascendente, pues casi cualquier objetivo genera un requerimiento financiero.
Reconocer que se pasa a un etapa diferente, en donde se va más allá de complacerse mutuamente, presentando una visión idílica y hay que buscar afrontar el contexto económico de la pareja.
Si estamos hablando de un lapso de prueba, es conveniente que sea cercano a la realidad y platicar la historia financiera de cada quien, para determinar la factibilidad de construir un patrimonio familiar.
Saber quien gana más o posee una mayor riqueza, porque influirá sobre las aportaciones a la casa. Puede aceptarse participar al 50/50 o decidir que alguien contribuirá por arriba del otro en términos de flujo o infraestructura.
No hay normas preestablecidas, lo fundamental es que ambos estén de común acuerdo y dialogarlo; evitar tenerlo por sentado como algo obvio. Es mejor ser muy explícitos para dejar atrás la posibilidad de discusiones posteriores.
Aunque la infidelidad financiera, de gastar sin avisar a la contraparte, podría no ser significativo en este caso. Es preferible mantenerse informados para conocerse y procurar corregir cualquier comportamiento de erogación excesiva, si es necesario.
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